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Mostrando entradas de agosto, 2011

César Aira, El marmol

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Glóbulos de mármol y conspiraciones alienígenas Las primeras páginas de El mármol , una de las novelas de Aira editadas este año, ofrecen el enigma que el resto del libro se propondrá resolver. En los alrededores de un supermercado un hombre está sentado sobre un bloque de mármol. Se ha bajado los pantalones y se mira las piernas y los genitales, aliviado de encontrarlos. ¿Cómo ha llegado allí? ¿Por qué esta casi desnudo en un espacio público? ¿Y por qué se siente aliviado al comprobar que no ha perdido las piernas o los genitales? El narrador de la novela es ese hombre sentado sobre el mármol, y no conoce la respuesta a tantas preguntas. Busca en su memoria pero el recuerdo se niega a aparecer, así que se propone un sistema para encontrarlo: escribir. El resto del libro será esa indagación, y encontrará su punto final apenas surjan el recuerdo y la respuesta a esas preguntas. En ese sentido, pocas novelas de César Aira (Coronel Pringles, 1949) son tan redondas como El mármol , q

Borges y los mundos ficticios

En la famosa clasificación tomada de una presunta enciclopedia china que Michel Foucault usara como introducción a Las palabras y las cosas leemos que los animales están divididos en a) pertenecientes al emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos, h) incluidos en esta clasificación, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l) etcétera, m) que acaban de romper el jarrón y n) que de lejos parecen moscas. “La imposibilidad de pensar esto ”, escribe Foucault, y Borges, que incluye esta “clasificación” en un ensayo sobre el idioma universal propuesto por John Wilkins (que también partía de un intento de clasificar lo real), llega a la conclusión de que todo principio clasificador del universo (todo intento de pensar al universo en cuanto cosmos y en cuanto sistema de relaciones) choca con un límite de arbitrariedad insalvable, que deja a lo “real” del otro lado del pens

César Aira, El mármol

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Al comienzo de El Mármol , una de las últimas (y más disfrutables) novelas de César Aira, un hombre está mirándose las piernas desnudas. Y se siente aliviado: están allí. También se mira los genitales, con el mismo alivio, y constata que está sentado sobre un bloque de mármol. Otro detalle importante: no está en su casa o en ningún otro espacio privado. Por el contrario, está en la calle, y la contradicción entre la desnudez y el espacio público dispara una serie de dudas: ¿qué pasó? ¿por qué está ahí? ¿por qué está desnudo? La novela comienza con esas interrogaciones, pero el narrador no tiene las respuestas. Sabe, sin embargo, que hay una manera de buscarlas, y es escribiendo. La novela puede leerse, entonces, como el proceso de generar el recuerdo que explique lo extraño de la escena inicial. Una búsqueda del origen, si se quiere. Pero hay más: toda la novela está marcada por gestos metatextuales que incluyen (parafraseo) “ahora estoy escribiendo para ver si recuerdo” o “me estoy

Mario Levrero, El discurso vacío

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Vaciando el discurso Existen hasta la fecha cuatro ediciones de El discurso vacío; las dos primeras son de la editorial Trilce, la segunda de Interzona y la tercera y más reciente de Random House Mondadori. Las primeras tenían una clara ventaja: la de Interzona incluía en la portada y la contratapa la letra manuscrita de Levrero ocupada en lo que el lector descubrirá como los ejercicios de caligrafía esenciales a la trama (o ausencia de trama), y las de Trilce (la última de Trilce, en realidad) incluía palabras de Juan Ignacio Fernández Hoppe, mencionado extensivamente en el libro. ¿Por qué esto es una ventaja? Porque El discurso vacío es, ante todo, un intrincado juego de realidad/ficción, y llevar a la “realidad” del objeto libro un testimonio de la “realidad” de lo narrado no hace más que volver ese juego todavía más complejo. La premisa de la que parte este juego es simple: si es verdad que, como señala la grafología, la letra manuscrita es un signo del carácter de la person

Pablo Casacuberta, Escipión

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La historia como fetiche   Se cuenta que el cartaginés Amílcar Barca (275-228 a.C.) hizo jurar a su hijo Aníbal (247-183 a.C.) que siempre sería enemigo de Roma, y que por ahí anduvieron las razones que movieron a este último a dar comienzo a la Segunda Guerra Púnica. Por eso, de un libro titulado Escipión , cuyo protagonista y narrador se llama Aníbal y es hijo de un historiador especializado en la antigüedad, cabe esperar cierto desarrollo del motivo histórico y del tema paterno-filial, sobre todo si, como nos vamos enterando a medida que pasamos las páginas de esta nueva obra de Pablo Casacuberta, hay una querella antigua que ha enfrentado al padre con el hijo: éste renegó del padre y de su profesión, fue privado de su herencia y vive en la indigencia y la derrota. En el primer tercio del libro la cosa funciona; incluso se promete un trabajo interesante con el tema de Escipión -el general romano que venció a Aníbal-, tratado como el doble oscuro o la sombra del protagonista,

Ernesto Blanco, Leo Lagos, Diego Martino, Superhéroes de la física

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Superciencia y superhéroes La conexión entre la ficción de superhéroes y la ciencia ficción es evidente. Más allá de arcos narrativos que hacen un uso más que visible del arsenal conceptual del género – Linterna verde de DC comics y Los 4 fantástico, de Marvel serían ejemplos clarísimos– o de personajes que le son fácilmente incorporables, como el alienígena Superman, también es cierto que los personajes menos “sobrenaturales” como Batman y Flecha Verde podrían ser incorporados si se quisiera dados los componentes de especulación tecnológica que están tan presentes en sus historias. Ahora bien, la ciencia ficción clásica (es decir la publicada en revistas y libros entre 1938 y 1953) fue definida en su momento en base a cierta libertad de imaginación y exploración de las posibilidades humanas y tecnológicas, y también a un fuerte anclaje o bien a lo científicamente posible dada la frontera investigativa del momento o bien a una especulación más o menos justificada que no apelara a la