Cáscara de nuez, Ian McEwan
Lo demás es nacer No es fácil meterse con Shakespeare. James Joyce, un escritor con virtualmente infinitos recursos, debió dedicar un capítulo entero de su Ulises a una discusión sobre Hamlet de la que emergen buena parte de los temas de la novela: la ausencia del padre, la naturaleza del arte, el enigma de las madres; a la vez debió también recurrir a la caricatura más grotesca cuando –acaso a modo de venganza, acaso a manera de castigo autoinfligido: no en vano habló Harold Bloom del agón de Joyce con Shakespeare en su imprescindible El canon occidental – en el capítulo de la medianoche y los burdeles Stephen y Leopold se miran juntos en el espejo y lo que ven es a Shakespeare deformado por una parálisis facial. Otros escritores y escritoras han seguido a Joyce –con mayor o menor suerte– en esa apropiación de Shakespeare en general y Hamlet en particular, y ahí aparecen por ejemplo la fascinante The black prince, de Iris Murdoch, y Gertrude and Claudius, de John Updike...