Tarántula, Bob Dylan



Surrealismo blues
(algo está pasando acá pero no sabemos qué es, ¿o sí?)
 

Acaso el annus mirabilis de Dylan (o, al menos, el más brillante de todos los posibles años de maravillas en la larga carrera del músico) comenzó en julio de 1965, con la salida a la venta del sencillo “Like a rolling stone”, y terminó en julio de 1966, con el todavía vagamente misterioso accidente que sufrió sobre su motocicleta Triumph Tiger 100, cerca de Woodstock, New York. Esos doce meses vieron aparición de los álbumes Highway 61 revisited y Blonde on blonde, seguramente entre los mejores de la discografía de Dylan y ya en plena etapa eléctrica, después del célebre concierto en el Newport Folk Festival en que el cantante fue abucheado por varias razones, entre ellas la distorsión estridente en su sonido. Y en ese año Dylan no sólo grabó esos álbumes seminales en la historia del rock sino que además se embarcó en una gira controversial (junto a quienes luego serían The Band), recogida poco después en el documental Eat the document, del director D.A.Pennebaker, se casó en secreto y escribió Tarántula, su primer libro publicado, reeditado ahora en español por la editorial Océano.
 
Para empezar, es un libro bastante arduo de leer completo; quizá la manera más sencilla de explorarlo sea considerarlo una colección de prosas poéticas vagamente narrativas que pueden ser leídas en cualquier orden y de a no muchas por vez. En esa línea de lectura es posible acercar sus secciones a las “rutinas” de El almuerzo desnudo, escritas por William Burroughs en Tánger y eventualmente compiladas para integrar el libro publicado en 1959. De hecho, la conexión –vaga pero apreciable– entre las partes que integran El almuerzo… es también visible en Tarántula, en gran medida gracias a los personajes recurrentes –María, Justine y Aretha, entre otros– que pueden hacer pensar en algo así como una narrativa de mayor alcance, una suerte de novela difusa que, por supuesto, no está propuesta como algo que pueda ser caracterizado con la facilidad con la que se cuenta el argumento de De hombres y ratones, por poner un ejemplo cualquiera. 
 
También, para seguir en la órbita burrougshiana, podríamos evocar la trilogía Expreso nova, La máquina blanda y El ticket que explotó, otros “derivados” del material escrito por Burroughs mayoritariamente en Tánger; en ese sentido, la prosa de Dylan y la de Burroughs se parecen –aunque sea sólo en esto– en la densidad de imágenes y el ritmo vertiginoso, rasgo que de paso podríamos vincular a la poesía de la generación beat, una fuerte influencia en la escritura de Dylan.
Por esas fechas Dylan dijo, en una de las confusas entrevistas que le hicieron durante su gira, que él “abrazaba el caos”; es posible, entonces, que Tarántula de cierta impresión caótica o azarosa, aunque una mirada de cerca deja ver algunas pautas organizativas bastante claras, entre ellas el que casi la totalidad de sus secciones terminan con un remate en verso libre firmado por un personaje, suerte de comentario o resumen de la prosa precedente. 
 
Se ha señalado, de todas formas, que Dylan no quedó del todo conforme con su libro y que, además, dijo haber sido convencido de que debía escribirlo por su mánager, Albert Grossman, quien acaso buscó que su cliente se anotara un punto en el territorio que John Lennon había inaugurado con su colección de textos humorísticos y absurdos In his own write, de 1964. De paso, las notas que acompañaron a los álbumes de ese año, los ya mencionados Blonde on blonde y Hihgway 61 revisited, comparten con Tarántula las mismas estrategias formales y el mismo tono de escritura, alimentando la idea de que el libro ofrece una suerte de signo o radiografía de por dónde andaba la mente de Dylan en aquellos tiempos, probablemente jamás igualados por el músico en intensidad, vértigo y desborde. 
 
El libro fue publicado en 1971, pero desde 1966 habían circulado copias en papel A4, lanzadas por la editorial under Albion Press, y otras tantas versiones pirata. En su momento la crítica lo destrozó, y hay por ahí una lista de las frases más ininteligibles jamás aparecidas en libros escritos por estrellas de rock. El primer puesto lo ganó Dylan, con una cita de Tarántula que dice (la traducción es mía) “Ahora es el momento de hacer pavadas, así que ponete tus botas y tirate sobre los payasos de garage”; en cualquier caso, esa fama de ininteligible es exagerada o depende –a la hora de elegir una manera de buscar sentido en el texto o de tratar de encontrar la “historia” que contaría esta “novela”– de una lectura, digamos, desinformada. Desde la tradición beat y burrougshiana el libro sin dudas funciona, y algunos de sus secciones son incluso especialmente brillantes, entre ellas  la titulada en la traducción de Océano (a cargo del escritor y traductor español Alberto Manzano, que se ocupó además de la poesía de Leonard Cohen) “Blues subterráneo de la añoranza & el vals rubio”, y también “Consejos al hermano del tigre” y “Paraíso, carretera resbaladiza & María brevemente” (que comienza, memorablemente, así: “Afrodita la gordita, me inclino ante ti … & con loca eternidad sexual en mi sombra vegetal”, p.89).
 
Quizá la mejor poesía de Dylan esté, no sé si vale la pena discutirlo, en las letras de “Desolation Row”, “Sad eyed lady of the lowlands” o “Tangled up in blue”, entre tantas otras, pero sin lugar a dudas Tarántula es de lectura obligada para sus fans y, de hecho, para cualquiera que quiera acercarse más a una mente efervescente como pocas y en su momento de mayor ebullición.

Publicada en La Diaria el martes 22 de julio de 2014

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