Impresiones en silencio, Roberto Appratto
Lo
que se dice y lo que se oculta
En la introducción a Impresiones en silencio Roberto Appratto nos advierte que su libro
no es estrictamente crítica literaria sino más bien veinte “descripciones de
lecturas”, el “despliegue, absolutamente subjetivo del efecto” que ciertos
textos (libros, películas) han ejercido sobre su sensibilidad. Se aclara que
opera aquí una “falta de pretensión, tanto totalizante como completadora” y que
hay implícito un “refugio en la ficción de quien no intenta dar cuenta de algo sino interrogarse”.
El resultado es uno de los tres o cuatro libros más interesantes aparecidos en
nuestro país durante el 2011.
Appratto jamás aclara a qué texto está
refiriéndose; anota apenas el “responsable” (Jean-Luc Godard, Nicanor Parra,
Jorge Luis Borges, Stéphane Mallarmé, Felisberto Hernández, Juan José Saer,
entre otros) e instala un diálogo con la obra en cuestión (y también, más
solapadamente, con el creador) que no asume la necesidad de una postura
didáctica; cierta oscuridad, parecería, resulta inevitable, pero lo interesante
aquí es que en muchos casos se trata de interrogarse qué dice un texto y hasta
qué punto es posible hablar de “eso” que está siendo dicho. La apelación al
“silencio” del título, entonces, está en armonía perfecta con las veinte
secciones.
La dedicada a Stéphane Mallarmé, por
ejemplo, aborda claramente “Una tirada de dados” (Un Coup de Dés Jamais N’abolirá Le Hasard, 1897), poema construido
con palabras que se dispersan, a modo de una constelación, sobre la superficie
de la página. Appratto reflexiona sobre el efecto de sentido generado por
disponer que cada palabra esté presentada en una ubicación en particular de la
página y, además, indaga en las relaciones de la presentación del poema con la
linealidad de la lectura y su construcción de un transcurso de tiempo o una
simultaneidad. “Cada una [de las palabras] como una unidad, cada una tomada
como una unidad de algo que se ha inventado ahí, el significado que tiene por
estar donde está y en relación con lo que está”, escribe, y nos hace pensar que
cientos de “Una tirada de dados” alternativos tendrían, dadas las mismas
palabras, significados completamente diferentes si la disposición bidimensional
de las palabras fuera otra. Los espacios en blanco que envuelven las palabras
(como el mar rodea a las islas, digamos) equivalen, según la lectura de
Appratto, a las “respiraciones del pensamiento”, a las pautas de un ritmo que
construye el sentido del poema y que “avanza como un relato, sin que lo sea”.
Esa atención a lo no dicho (el espacio en
blanco es, evidentemente, el que está libre de palabras, el que “no dice”
verbalmente pero que “sí dice” espacial, rítmicamente) resuena también en el
texto dedicado a Felisberto Hernández, en relación al cuento “Nadie encendía
las lámparas”, y se detiene en el relato (oculto para el lector) leído por el
narrador en la ficción; esa ocultación, y el juego de las miradas y los
pensamientos de los que escuchan el cuento domina buena parte de la “impresión”
de Appratto, que, a su manera, es una narración, una suerte de reverso del
cuento o versión entrevista por un prisma que descompone su output de sentido en un espectro de
significados posibles.
Esa preocupación por lo dicho y lo que
permanece oculto, por el juego entre el silencio y la palabra, atraviesa las
veinte impresiones; encontramos el mismo tema en la dedicada a Medina Vidal,
por ejemplo, y también en la reflexión sobre los “diarios” de Levrero (tanto el
de La novela luminosa como el de El discurso vacío y el del cuento “Diario de un canalla”), donde el problema de
lo no dicho se funde con el de lo que no se puede decir y con el fracaso seguro
a la hora de intentarlo, tema que aparece también en la obra de Mallarmé, quien
acometió la escritura de un “libro total” sabiendo que semejante empresa era
imposible y que apenas podría lograrse, con gran esfuerzo, la presentación de
un “fragmento” que fuera a su manera testigo de que tal libro existía y que
había sido “percibido” (los lectores de La
novela luminosa recordarán que ese “relato de un fracaso” es un eje posible
del libro).
A la hora de pensar el contorno entre lo
dicho y lo no dicho Appratto se detiene en ocasiones en el concepto de “lista”;
al hablar de Borges, por ejemplo, y también en relación a Levrero: “en la
enumeración de novelas policiales, de marcas de lapiceras, de nombres de
letras, se configura y se llena un espacio. Lo real, por su parte, va a
depender de las alternativas de su descripción, y, a partir de ahí, de la
fijación de las instancias mentales en las cuales se deposita, se ordena, se
ve”. La manera de construir una lista, especialmente de “cerrar” una lista, es
un disparador de reflexiones en el caso de Borges (y Appratto lee aquí el
cuento “La espera”, contenido en el volumen El
Aleph): “paredón del hospital, calle del noroeste, el número de puerta,
vintén oriental, balconcito, pinturería y ferretería, la expresión esas cosas, como un gesto elegante de
recapitulación instantánea, y al mismo tiempo de lectura conjunta de lo que hay
y de lo que significa lo que hay”.
A lo largo de Impresiones en silencio, entonces, va trazándose una figura de
temas recurrentes, preocupaciones y obsesiones, que de alguna manera configuran
el perfil de Roberto Appratto en tanto lector y escritor. Son las coordinadas
de una sensibilidad, si se quiere, las pautas de una inteligencia minuciosa. De
hecho, esa inteligencia (esa capacidad de ordenar, de leer, de interpretar, de
dar vuelta las cosas, de desempolvarlas, de presentarlas bajo una luz que es
tan capaz de generar extrañeza como de llevarnos a pensar que hemos presenciado
la revelación de una suerte de contenido latente del texto en cuestión) vive
como efecto de lectura no sólo de las afirmaciones puntuales de Appratto sino
de su prosa densa y elegante, que avanza a paso lento o, mejor, que parece
magnificar cada instante, cada segundo, volviéndolo más rico y abarcador. Y
habría que señalar que, hecha la excepción de gran parte de Las arañas de Marte, de Gustavo
Espinosa, no fue publicada en Uruguay en 2011 una prosa tan rica como la de
este nuevo libro de Roberto Appratto.
Es posible que el lector no adivine el
referente de la totalidad de las “impresiones”, que esa dimensión del libro
permanezca atada a cierta oscuridad quizá inevitable; sin embargo, al tratarse
ante todo de la construcción de impresiones subjetivas más que de la creación
de un discurso capaz de “dar cuenta” o de “hablar sobre” determinados objetos
(para lo cual convendría delimitarlos y nombrarlos, cosa que Appratto
claramente elude), Impresiones en
silencio logra fácilmente ser percibido ante todo como una obra de ficción,
de creación, tan dependiente e independiente de textos previos como cualquier
novela, poema o película.
Publicada en La Diaria el jueves 24 de mayo de 2012
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