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Mostrando entradas de junio, 2013

Fundido a blanco, Manuel Soriano

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Dialéctica de la pesadilla Son bastante evidentes los defectos de Fundido a blanco, el último libro de Manuel Soriano. Para empezar, se trata de una novela narrada por dos personajes presentados como de alguna manera opuestos, como, de hecho, dos voces (e intencionalidades narrativas e incluso literarias) marcadamente enfrentadas; sin embargo, a lo largo de buena parte del libro, a Soriano se le escapa un poco el control de las palabras de sus personajes y la diferencia entre esas voces –tan clara al principio– se desdibuja y difumina, para aparecer, un poco en sordina, pasada la mitad, perderse de nuevo y hacer su último intento hacia el final. A la vez, para tratarse de una novela que se propone como realista, muchas veces los personajes (los protagonistas y los secundarios) se acercan demasiado al cliché o a la caricatura, como por ejemplo la novia gordita y adinerada de uno de los protagonistas, que “era hija única del dueño de la mejor fábrica de chocolates de Bariloche

La breve muerte de Waldemar Hansen, Carlos María Domínguez

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Gris menor   El adjetivo gris referido a un texto literario puede significar muchas cosas; como sinónimo de “mediocre” parecería aludir a una obra más o menos correcta que no es capaz de ofrecer más que una muestra de cierto buen oficio de narrador, eso que algunos llaman “contar bien una historia”, dejando claro que la historia “bien contada” no es interesante ni original ni atractiva. Y otro significado posible: literatura de autores menores (pero no trágicamente menores) que no se esfuerzan. Un sentido un poco más benigno podría aludir a cierto clima convocado por el libro o a cierta imagen que parecería desprenderse de su estilo o su escritura; podría tratarse, por ejemplo, de una novela austera que no hace grandes aspavientos para encantar a los lectores y, a la vez, vuelve fácil atribuirle una suerte de autor implícito más bien huraño, metido en el mundo de sus propias obsesiones. Carlos María Domínguez escribió una novela a la que podría atribuírsele ese sentido d

Una palabra vale más que un millón de imágenes (entrevista a Amir Hamed)

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Conocí a Amir Hamed en persona una tarde de 2009 en que caminaba por la calle Jackson con Martín Fernández Buffoni, editor de HUM y Estuario. El encuentro, de hecho, fue producto del azar y breve; por aquel entonces yo ya había leído Artigas Blues Band y algunos artículos y ensayos de Amir, y, un poco en broma, le comenté a Fernández Buffoni que, si yo la escribía, él debía publicar mi respuesta a la novela arriba mencionada. En rigor jamás la abordé, pero en ese momento yo pensaba, ante todo, en una novela larga y monstruosa, ilegible y atroz (en relación al fondo gris y al sentido común de la literatura uruguaya contemporánea, por supuesto). No sé si Amir recordará ese encuentro, del que, honestamente, no puedo decir de qué hablamos; lo cierto es que, un tiempo después, comencé a trabajar bajo su dirección en un proyecto de la ONG Social Watch y, más adelante -con Amir como supervisor y editor en jefe- escribí para La Guía del Mundo y el informe anual de Social Watch