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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Cordón Soho, Natalia Mardero

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All tomorrow’s parties   Es cierto que recién estamos en noviembre (al menos mientras escribo esto) pero ya parece claro que 2014 no fue un gran año para la narrativa uruguaya, al menos si lo comparamos con su predecesor, que vio la salida de librazos como Lava , de Daniel Mella, Eucaliptus, de Agustín Acevedo Kanopa y Cielo 1 ½, de Amir Hamed, por poner sólo tres ejemplos. En lo que va del año se destacaron, sí, Matufia, de Rodolfo Santullo, que marca un crecimiento notorio de su autor como novelista, A veces tarda, casi nunca llega, de Pedro Peña, también la consolidación de un narrador sólido, y Smith, de Gonzalo Paredes, para muchos la gran “sorpresa” del año, pero más allá de que estos títulos confirman la preponderancia (con muchos cuerpos de ventaja) de las editoriales HUM y Estuario en la escena literaria uruguaya y más allá, también, de que los tres mencionados son mucho más interesantes que otros de los libros más comentados en este año (como Los geranios, de Ana Sol

Y mañana serán clones, John Varley

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Blues del exilio Hacia fines de la década de 1970 la ciencia ficción estadounidense estaba en una especie de limbo o estado latente, a la espera de la supernova que resultaría ser el movimiento ciberpunk, inaugurado –a grandes rasgos– por la novela Neuromante (1984), de William Gibson, y la antología Mirrorshades (1986), que incluía cuentos de escritores entonces apenas conocidos que después se convertirían en los nombres más importantes del género para el siglo XXI, entre ellos Rudy Rucker, James Patrick Kelly, Greg Bear y Paul Di Filippo. Es decir: ya agotado el molde clásico hacia mediados de la década de 1950 y pasado también el entusiasmo generado por la new-wave – una corriente más dada a la experimentación y a dinamitar los muros que guardaban el género, originada en el Inglaterra y rápidamente importada a Estados Unidos– no había nada asomando en el horizonte. Quizá cabe pensar, entonces, que un “retorno a las raíces” era una opción atractiva; así cobró visibilidad

Caja negra, Mercedes Estramil

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Corazón gris Se puede empezar diciendo que es fácil ver el buen hacer de su autora en los cuentos que integran Caja negra, reciente libro de Mercedes Estramil. Como norma general su entramado verbal es expresivo y efectivo, tanto a la hora de componer historias como para construir estados de ánimo, de modo que es imposible leer estos textos sin sentir la experiencia. Al menos dos de ellos –“El corazón de Rebeca Linares” , que ya había aparecido en la muestra 22 mujeres , de la editorial Irrupciones, y “Caribe oriental”– están sin dudas entre los mejores cuentos de la literatura uruguaya más reciente y, por lo tanto, son de lo mejor de este Caja negra .   Pero el libro puede interesar también por otras razones; para hablar de una de ellas vale proponer una línea de lectura que parte de dar por sentado el reconocimiento de la buena factura y se detiene sobre determinadas recurrencias de los asuntos narrados y la voz de los narradores; así, Caja negra insiste sobre el tópi