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Mostrando entradas de enero, 2014

Canada, Richard Ford

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Misterios del padre Es un lugar común quejarse de las traducciones que publica la editorial Anagrama (en este sentido el top 5 de las quejas incluye sin duda alguna en su primer lugar a la traducción de Trainspotting… justa o injustamente, habría que pensarlo bien), pero en el caso de Canadá, la última novela de Richard Ford, está claro que la tarea del traductor no estaba llamada a ser lo que se dice fácil ni su resultado plenamente satisfactorio. Basta con leer algunas páginas del original en inglés para entender por qué: la prosa de Ford fascina por su elegancia, su cuidado y su increíble poder evocativo, tanto que incluso un traductor competente –como sin duda lo es quien firma la edición de Anagrama– ha de vérselas en figurillas para lograr algo más que una sombra o un remedo en sordina del esplendor original. Lo curioso (o inevitable dada la potencia de la escritura de Ford) es que, pese a este digamos hándicap, los lectores de Canadá sin lugar a dudas experimenta

Diaspar, Roberto Bayeto, Víctor Raggio, Claudio Pastrana, Allan Cole y otros

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A la décima potencia Aparentemente a las revistas de ciencia ficción no les va del todo bien en Hispanoamérica. O, al menos, parece que su vida no es especialmente fácil. En el editorial del primer número de la Asimov’s española (armada a partir de la original estadounidense, que viene siendo publicada desde 1977 y que actualmente –sin encontrarse en su mejor momento– lanza una tirada de aproximadamente 22.000 ejemplares), por ejemplo, el editor Domingo Santos repasa las diversas encarnaciones de la publicación y nos cuenta que ninguna de ellas rebasó la frontera de los 15 números (alcanzada por la entrañable edición de Novaro, que todavía se encuentra en librerías de viejo montevideanas); es cierto que, entre 1968 y 1983 el propio Santos dirigió los 148 números de Nueva Dimensión, para muchos la publicación del género más importante en lengua hispana, pero es difícil encontrar otra publicación tan longeva, al menos en papel. De hecho, El péndulo, la principal competido

La máquina del movimiento continuo, Fernando Foglino

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Volver a lo dicho                                                                                La máquina del movimiento continuo , titulo sugerente donde los haya, es, a primera vista, un compilado de relatos de Fernando Foglino, armado con textos escritos entre 1999 y 2005. Y eso se nota. La antigüedad de algunos de los textos, quiero decir, pero también ­–en ambos casos, como se suele decir, “para bien o para mal”- que Foglino es, ante todo, un poeta. O, mejor dicho, que su actitud ante la composición de un relato hace pensar más en alguien interesado en las palabras y su entramado de relaciones (el campo de influencia de cada una de ellas y la manera en que su presencia deforma, altera, desvía o muta las que las preceden y las que las siguen, por parafrasear difusamente a Mallarmé) que en ser eso que llaman un “narrador de oficio”… Por suerte, ya que nada más aburrido que un narrador de oficio o, en última instancia, alguien que sólo se proponga narrar. Por otro lado,