La novela del cuerpo, Rafael Courtoisie
El
sueño de los cyborgs
Una buena manera de “empezar por el
principio” para referirnos a un libro podría ser empezar por su título. Y en el
caso de La novela del cuerpo, último
trabajo de Rafael Courtoisie, evidentemente la palabra novela es un llamador de atención, que sugiere acaso autorreferencia
o metatextualidad. Además, resulta que tras recorrer digamos la mitad del libro
es fácil concluir que de “novela” acá hay poco… En el sentido convencional y
aburrido del término, por supuesto, algo así como un “libro relativamente largo
que cuenta una historia y desarrolla cierto número de personajes”. Porque en La novela del cuerpo no hay una novela
de ese tipo: hay diálogos, hay viñetas, hay ensayo o prosas que pueden parecer
ensayos, pero no hay personajes en el sentido estándar del término ni una
peripecia que comience en las primeras páginas y sea desarrollada o ramificada
hasta llegar a las últimas. Sin embargo, hay en el libro de Courtoisie algo
mucho mejor: un mundo, ideas provocadoras y palabras que llaman la atención
sobre sí mismas. Y hay algunos buenos chistes también.
De hecho, La novela del cuerpo puede ser más bien un libro sobre una posible novela del cuerpo, y
esta última, cabe pensar, algo así como la exposición narrativa del cuerpo, la lectura del cuerpo, de un cuerpo vuelto
signos (no hay otro cuerpo posible en un libro, salvo que se escriba en los cuerpos, como en aquella
pesadilla de Kafka). De hecho, quizá no haya tantos cuerpos en la literatura;
está el de Leopold Bloom en Ulysses,
por ejemplo, con sus movimientos peristálticos, sus dolores, su eyaculación
playera, y en ese mismo libro también está el de Molly, vuelto piel, calidez y caricia
y desfile y respiración de palabras. El de La
novela del cuerpo, en todo caso, es un cuerpo mutante o que tiende a la
mutación; su novela –la de ese cuerpo, la aludida por el libro de Courtoisie– o
su historia o su peripecia es
comenzar siendo esta poca cosa que tenemos todos, que duele, se rompe y
finalmente falla y termina no con un estallido sino con un suspiro (o con algo
que se desinfla, mejor), para después moverse hacia algo más. Y en La novela del cuerpo el límite al que se
tiende es un cuerpo transgénico de órganos criados en cerdos clónicos o un
cuerpo artificial equipado con páncreas de plástico. El libro de Courtoisie,
con sus personajes fugaces o intermitentes que sueñan con cambiar su pija por
una de treinta centímetros o sus tetas por el último modelo Wendy Whoppers y
luego demandan el recambio completo de su aparato digestivo y el de su cerebro,
podría leerse como el ensamblaje de un cyborg, de un organismo híbrido entre la
naturaleza y la máquina. La novela del cuerpo, entonces, es acá el sueño del cuerpo,
funcionar para siempre, trascender su naturaleza falible y volverse una maquina
perfecta; el cyborg, entonces, como el cuerpo a prueba del tiempo y la entropía.
En cualquier caso, La novela del cuerpo es más compleja que esta constatación sobre la
voluntad de durar del cuerpo. Hay en
sus páginas, entonces, otros temas o, por qué no, otros aspectos de la
cuestión: la sociedad de consumo, por ejemplo, el capitalismo tardío, la
vanidad (en ese sentido es especialmente interesante y divertida la sección dedicada
al hombre que ansía una pija descomunal sólo para impresionar a las mujeres,
indiferente a que efectivamente pueda o no pueda penetrarlas) y el lenguaje.
Cuerpo
y género
La historia de la ciencia ficción uruguaya no
abunda en novelas especialmente atendibles (sobre todo si dejamos fuera a
Levrero, como él mismo querría), pero sí en buenos cuentistas. De hecho, los
mejores cultores del género en nuestro país –Pablo Dobrinin y Roberto Bayeto–
han trabajado con gran éxito el cuento breve y el cuento largo de matriz
lovecraftiana, respectivamente, pero no hay todavía una gran novela de ciencia
ficción uruguaya.
Ahora bien, quizá La novela del cuerpo pueda convertirse en la mejor candidata para
permitirnos modificar o modular la afirmación que abría el párrafo anterior.
Ante todo porque su hilo conductor, por llamarlo de alguna manera, es una
compañía –Mercado del Cuerpo, Inc.– que vende una tecnología que no existe en
nuestro mundo, y por lo tanto el relato se instala cómodamente en el género
ciencia ficción, incluso en su vertiente más clásica. Esa tecnología, como
quedó señalado más arriba, permite el recambio de cualquier parte del cuerpo
por o bien un órgano artificial o bien su equivalente criado “a medida”. Además,
en torno a esta compañía Courtoisie pinta –y es sorprendente que con una
notoria economía de medios se logre crear un cuadro tan sugerente– una suerte
de distopía en la que hombres y mujeres se lanzan a deportes extremos cuyo
resultado suele ser la muerte y la dispersión de sus órganos hacia otros tantos
cuerpos.
En
este sentido, es interesante leer el libro de Courtoisie en relación a Los cuerpos del verano, la excelente
novela del argentino Martín Felipe Castagnet sobre el recambio total de
cuerpos, o sea algo así como una ficción que comienza donde la de Courtoisie
termina. Y de las diferencias entre ambos textos (más allá de detalles de corte
diegético, como por ejemplo que la ficción de Castagnet trabaje el tema de la
virtualidad y la posibilidad de “descargar” una personalidad de internet o de
permanecer en el “limbo” de la red entre la muerte del cuerpo y el pasaje a uno
nuevo, que puede ser del sexo opuesto al “primero”) pude postularse una manera
de proceder ante la ciencia ficción y, además, la narrativa. Lo singular en el
trabajo de Courtoisie es su demolición del género “novela” en el sentido más
inmediato y, si se quiere, comercial, apelando a un libro estructurado casi
como un collage de prosas poéticas, diálogos, algunas narraciones más
convencionales y también pasajes ensayísticos, como fue señalado más arriba; la
propuesta de Castagnet, en cambio, se concentra en la exposición de ideas, en
la vertiente de “novela de tesis” que nunca abandonó al género o, en cierto
modo, que se refugió en el género.
Este último libro de Rafael Courtoisie es
una deliciosa irrupción en el campo de la literatura uruguaya reciente: breve,
intensa, ligera y a la vez intrincada, divertida y lírica, biopunk y reflexiva. Para el 2015 ya han sido anunciados libros de
escritores tan atendibles como Martín Bentancor, Fernanda Trías y Horacio
Cavallo; que su acorde inicial, en marzo, haya sido una novela tan brillante
como La novela del cuerpo es, sin
duda, una excelente señal.
Publicada en La Diaria el 30 de marzo de 2015
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