Cocaína, Massimo Carlotto, Gianrico Carofiglio, Giancarlo De Cataldo
Marcas blancas
La editorial Malpaso editó en 2016 el libro Cocaína,
que reúne tres novelas cortas bajo el género policial negro y la droga del
título. Los autores son italianos: Massimo
Carlotto (Padua, 1956), Gianrico Carofiglio (Bari, 1961) y Giancarlo De Cataldo
(Tarento, 1956), y el libro sin duda una excelente puerta de entrada a lo más
nuevo de la novela policial italiana, ideal para quienes se propongan descubrir
qué hay más acá de Andrea Camilleri o Leonardo Sciascia.
Las tres novelas, efectivamente, tienen por
tema o núcleo de sus respectivos relatos a la cocaína, y la tónica general es
la de una exposición o exhibición de atrocidades (por jugar con el título de
J.G.Ballard), tanto sobre el mundo del narcotráfico en México, Perú y Colombia
(y sus vínculos con distintas zonas de la sociedad italiana) como sobre el
crimen organizado y la corrupción en la clase política y la policía. Ninguna de
ellas se vuelve tediosamente moralista, por cierto, ni tampoco deslumbrada o
encandilada; cada una a su manera, y desde las particularidades de su propuesta
narrativa o enfoque temático, juega a proponer cierta lucidez y a
construir un realismo minucioso y
descarnado, presentado desde el repertorio de figuras y lugares comunes del
género negro con muy escasos momentos de tensión.
Abre el libro “La pista de Campagna”, de
Massimo Carlotto, de alguna manera la menos interesante de las tres novelas. Se
trata, en cualquier caso, del relato más “tradicional” de aquí reunidos,
narrado en una sobria pero a veces imprecisa tercera persona que aquí y allá
puede llegar a sonar un poco torpe o aparatosa (acaso un problema de la
traducción) pero que logra, a la vez, construir el relato con solidez y mantener
el interés del lector. En todo caso, el texto logra convencer de que su autor
sabe de lo que está hablando; su relato de un policía paduano que opera
básicamente por las noches infiltrándose en las redes de tráfico y consumo de
cocaína, desde los obreros que la consumen en su peor calidad y adulteración
para sobrellevar las horas de trabajo hasta los millonarios que derrochan la
variante más pura. Aparece entonces cierta voluntad de mapeo o incluso una
suerte de enciclopedismo, que convive con clichés más o menos elaborados desde
el repertorio estándar del género (el más notorio sería el protagonista: el
clásico policía atormentado y solitario que ha sacrificado su vida por ideales
cuya colisión con el mundo real no deja de constatar).
Carlotto ha publicado once novelas, a las
que hay que sumar cuatro escritas en colaboración con el escritor Marco
Videtta. Su primer libro apareció en 1994 y es un relato autobiográfico
titulado Il fuggiasco, que cuenta el -célebre en Italia- encarcelamiento
del autor por un homicidio que no había cometido, su posterior fuga de prisión,
la revisión del caso, la vuelta a la cárcel y, finalmente, la puesta en
libertad. Buena parte de su obra, hasta la fecha, se inscribe en la serie de
Marco Buratti, conocido como “Il Alligatore” y también
encarcelado injustamente. En castellano se pueden leer cinco de las nueve
novelas protagonizadas por este personaje, comenzando por La verdad del
caimán, editada en 2005 por la editorial Barataria.
No es la cocaína, debe ser el amor
La segunda de las novelas reunidas en Cocaína,
“La velocidad del ángel”, de Gianrico Carofiglio, es la más alejada
de la matriz clásica del género negro y acaso la mejor lograda. Narrada en
primera persona por un escritor que encuentra que escribiendo en bares (“tengo
esa manía desde que era un muchacho y leía a Hemingway”) logra concentrase
mejor, y que aprovecha además cada oportunidad para deslizar una referencia
literaria, cinematográfica o a la cultura pop -a la vez que parece cualquier
cosa menos entusiasmado con lo que está escribiendo-, ofrece el relato de vida
de una ex policía que se enamora de una traficante a pequeña escala de cocaína.
Quizá es el punto de vista del narrador -y su tono empático, afectuoso y
adorable- lo que termina por apartar al texto de los lugares comunes de la
novela negra, pero seguramente se deba también a la prosa ágil y ligera de
Carofiglio que la suya sea la más disfrutable entre las tres novelas cortas
reunidas en el libro, quizá también porque es la más breve y la más “redonda”
desde un punto de vista narrativo.
Carofiglio es abogado y también lo es el
protagonista de su serie de thrillers legales Il casi dell'avvocato
Guerrieri, que lleva hasta la fecha cinco títulos, incluyendo Testimone
inconsapevole (1995) y La regola dell'equilibrio (2014); esa
profesión es además compartida por el tercero de los escritores reunidos en Cocaína,
Giancarlo De Cataldo, que aporta el más complejo de los textos reunidos. Su
novela, “El baile del polvo”, está construida a partir de cinco pequeños
relatos casi autónomos en los que recurren personajes y situaciones. Es
interesante -acaso como manera de constatar el diálogo entre lo canónico y los
géneros o, quizá, como recurso para expandir los límites del policial
incorporándolo a un contorno estético más complejo- que el título de cada uno
de estos relatos remita a la conformación de una suite barroca. El
primero (que podría equivaler a la obertura o preludio) queda titulado
simplemente “Suite”, y los tres que siguen remiten a las danzas que podemos
encontrar fácilmente, por ejemplo, en las Suites Orquestales de Bach: el
segundo relato lleva por título “Minuet”, el tercero “Zarabanda” y el cuarto
“Giga”, con una “Apoteosis final” a manera de cierre del ciclo. Cada uno de
estos relatos retoma tanto el tema central (los movimientos de la cocaína por
el mundo y los estratos de la sociedad) como anécdotas básicas recurrentes
(personajes que superan una situación apelando a una idea sorprendiente o
“lateral”, el peligro originado por una deuda al crimen organizado, la muerte
como consecuencia terrible del impulso de romper las reglas establecidas), y
logran dar la impresión efectivamente de una pieza musical organizada en
variaciones tipificadas (las danzas a las que remiten los títulos).
“El baile del polvo” es la más ambiciosa de
las tres novelas y, por lo tanto, la que demanda una lectura más cercana y
atenta. En ese sentido contrasta marcadamente con la fluidez de la que la
precede, y de esa oposición sin duda se beneficia el libro completo.
Es interesante leer el aporte de De Cataldo
junto a No hay risas en el cielo, el reciente libro de cuentos del
argentino Ariel Urquiza, que obtuvo el premio de narrativa otorgado por Casa de
las Américas, de Cuba, en 2016. En ambas obras son abordados los temas del
narcotráfico y la corrupción mediante procedimientos similares: Urquiza vincula
también sus cuentos con personajes recurrentes y acontecimientos aludidos de
manera reiterada, a la vez que instala la narración en un movimiento permanente
entre Europa y Latinoamérica, animado -al igual que en el texto de De Cataldo-
por peruanos, mexicanos, argentinos, italianos y uruguayos que se mueven en y
entre los cuentos. Por supuesto que su libro, bastante más extenso que la
novela corta del italiano, alcanza -por la interrelación de un número mayor de
secciones- un nivel de complejidad mayor y que algunos de sus relatos (en
especial “Esperando al señor” y “¿Por qué estamos aqui”) son de manera singular
más brillantes que las mejores páginas de “El baile del polvo”, pero es cierto
también que la novela corta del italiano logra proponer un nivel de significado
extra con su matriz de suite musical y las connotaciones posibles de la “danza”
como metáfora. Un mundo tan complejo como el de la cocaína, entendido en un
sentido amplio y global (y De Cataldo escribe sobre los campos de cultivo,
sobre los códigos de los narcos y sus jerarquías, sobre los músicos de
narcocorridos, las prostitutas de lujo, sus clientes poderosos y los policías
en la pobreza que extorsionan a políticos atrapados con los pantalones bajos y
unas líneas de merca sobre una mesa de vidrio), es representado a la perfección
como una red de elementos interrelacionados de la que se vuelve un modelo
fascinante el sistema de relaciones de una suite musical. Conceptualmente no
cabe duda de que el logro del italiano es más que destacable; quizá lo único
que cabe reprochársele es que la tensión no siempre se mantiene con pulso firme
y algunos momentos de sus secciones parecen perder el interés, así sea
momentáneamente.
De Cataldo es autor de más de veinte
novelas, entre las que destacan Romanzo criminale (2002) y La notte
di Roma (2015).
Seguramente sea verdad que, como dicen los
editores en la contraportada, este libro presenta tres relatos que “nos
entretienen, nos turban y nos invitan a la reflexión”; pero más allá de esto, y
como repertorio del arsenal del género en cuanto a tópicos, recursos y maneras
de ofrecer una escritura eminentemente política y crítica a las estructuras de
poder de las sociedades contemporáneas, además de una muestra de lo que puede
hacer la novela negra italiana más reciente (que a juzgar por lo aquí ofrecido
se encuentra en un muy buen momento, y habría que considerar también CeroCeroCero,
de Roberto Seviano) Cocaína se vuelve un referente obligado. Y, por
cierto, divertidísimo y terrible a la vez: no sería raro, además, que induzca a
la paranoia.
Publicada en La Diaria el 25 de enero de 2017
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