El combatiente, Renzo Rossello



Vuelven los viejos



Hay al menos una lectura simplísima y no menos clara y fácil de El combatiente, la nueva novela de Renzo Rossello, publicada en la colección de novela negra Cosecha roja, de Estuario Editora. Y es más o menos así: un grupito de ex guerrilleros de la década de 1960 (la palabra “tupamaros” es evitada en el libro, pero hay por ahí alguna referencia a quienes ocupan “la presidencia”) se involucran en un acto de justicia o venganza. En el camino descubren que el enemigo –o al menos uno de los enemigos, o mejor el perro guardián de los enemigos– es un militar retirado que, en su momento, los había torturado. 
  
Los viejos guerrilleros, entonces, defienden la causa humanista, los ideales de la década de 1960; el viejo torturador y sus empleadores –una multinacional– están del lado del capitalismo despiadado, inhumano. Los viejos guerrilleros apenas entienden de tecnología (“espero arreglarme con el aparato ese”, p.77) y, de hecho, la deploran, aunque en algún momento se sirven de ella no sin cierto gesto irónico; los enemigos, si bien uno de ellos (el militar retirado) no termina de entenderla del todo, abrazan la tecnología (de hecho, en la única aparición de un jerarca de la multinacional, en la página 101, el narrador de la novela procede a un pequeño inventario de objetos tecnológicos: se habla de un Blackberry, de Youtube, de records globales de difusión de videos, de trending topics, de links, de parlantes de computadora, de monitores, de pantallas de 42 pulgadas, de Skype y de “cliquear”) y la aprovechan. Los guerrilleros deploran el carácter de las nuevas generaciones, seducidas por la maligna tecnología:
…que ganó el capitalismo por goleada y la clase obrera se fue al paraíso, nomás. Que si le preguntás a un guacho de ahora qué elige entre MP4 y revolución, y se calza los auriculares y se va a chupar con los amigos. Que poner bombas y emboscar a la milicada sirve para algo solo si se convierte en el video más visto en Internet. Viral, le llaman, hay que joderse, ¿no? (p.44)
pero, al final, pasan la antorcha de sus ideales y su causa a una joven (pp.130-131), que fue, de hecho, quien los movilizó (en plan “no hay nadie más a quien acudir”) al comienzo del libro. 
 
Así, al pasar, entonces, no parece tan arriesgado describir a El combatiente como una de esas piezas reconfortantes para ciertos grupetes reaccionarios, dinosaurios predigitales y humanistas sesentosos.
 
A la vez, sería muy tonto y aburrido armar una crítica de la novela basándose en su ideología aparente, que, notoriamente, no tiene por qué (no se está ante un panfleto, después de todo) enturbiar la calidad narrativa o literaria del libro. En ese sentido, que Renzo Rossello sabe narrar no es una novedad; tanto en el policial Trampa para ángeles de barro como en la ciencia ficción clásica de Las furias, Rossello da en el blanco y lleva cómoda y fluidamente al lector por la trama. El combatiente, de todas formas, a veces parece un poco menos trabajada que sus predecesoras, en particular en los diálogos (no así en el ritmo narrativo, que es excelente), por momentos un poco afectados, artificiales o algo inverosímiles (“yo sé que le gusta hablar del pasado, pero volvamos al estúpido presente”, p.92, por ejemplo, más casi la totalidad de la conversación en la página 112) en relación al pacto mimético propuesto por el texto. Pero no cabe duda que se lee de un tirón y que difícilmente el lector no se vea atrapado por la historia propuesta.
 
Y hay más lecturas posibles (y más interesantes). La idea de que los dinosaurios del pasado no tienen alternativa a aniquilarse entre sí en un mundo en el que ya no hay lugar para ellos (excepto como ejemplo moral), por ejemplo, resuena muy bien con el matiz western de la novela (declarado, de hecho, por la contraportada), que recuerda a esas ficciones del Oeste en la que el consabido viejo cowboy regresa a un pueblo para ordenar el estado de cosas. En ese sentido, la apropiación a cargo de Rossello de una figura clásica de un género narrativo para resignificarla en el contexto de la historia reciente es, probablemente, el mayor aporte de El combatiente a la nueva literatura uruguaya.

Publicada en La Diaria el 25 de junio de 2014

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