Houellebecq economista, Bernard Maris


Acordarse de los economistas



Bernard Maris (1948-2015) publicó Houellebecq economista en 2014 (Houellebecq économiste es el título original, de Antonio-Prometeo Moya la traducción propuesta este año por Anagrama) y murió al año siguiente, víctima del atentado contra la revista Charlie Hebdo. Maris fue economista, novelista y periodista, y escribió para publicaciones como Le Monde y Le Figaro Magazine, además de para la ya mencionada Charlie Hebdo, de la que fue fundador y colaborador bajo el pseudónimo “Oncle Bernard”.

El libro, según nos cuenta su autor, fue inspirado por la lectura de El mapa y el territorio, entonces el último libro de Houellebecq, y repasa las otras novelas pensando en retrospectiva o, mejor dicho, proponiendo líneas de lectura que toman como punto de partida algunos elementos de El mapa…
Esas líneas van construyendo una serie de posturas o actitudes de Houellebecq ante la economía en tanto ciencia (o pseudociencia, según Maris) y atendiendo a sus armónicos morales y epistemológicos. El resultado de esta operación de lectura es sugerente y atractivo, aunque exhibe algo así como un defecto posible: si se lo lee buscando observaciones de interés sobre la escritura de Houellebecq en sentido amplio, la sensación es que Maris se ha quedado corto y que, por tanto, el objeto se le escapa. El autor de Las partículas elementales, de hecho, no es abordado en tanto escritor (en cuanto a especificidades de la escritura, de su postura ante “lo literario”, en cuanto a estrategias narrativas o estilísticas, etc) y sí en tanto “pensador” o “intelectual”, algo parecido a lo que pasa con J.G.Ballard en la gran mayoría de las entrevistas que le fueron realizadas (y eso, inevitablemente, habla de la obra de los autores en cuestión, lo cual podría ser usado como punto de partida para una reflexión sobre sus respectivas escrituras). Por lo tanto, la mejor opción es leer Houellebecq economista precisamente como una serie de apuntes sobre la relación entre diversos textos de Houellebecq y la economía. Así de sencillo, sin buscarle más vueltas.

Sin duda las opiniones de Bernard Maris o, mejor, sus posturas o afinidades de corte teórico en cuanto a la economía son tan importantes para este libro como el deseo por dar sentido a una postura posible de Houellebecq ante el tema; aparecen entonces la simpatía por John Maynard Keynes, por ejemplo (de hecho Maris escribió un libro al respecto, Keynes ou l’economiste citoyen), y la negación de cualquier modelo económico que vea en los seres humanos agentes estrictamente “racionales” o, en suma, entidades idealizadas que poco tienen que ver con las “reales”.

Las economías elementales
El libro está dividido en cinco capítulos, un prólogo y un epílogo. Cada uno de los capítulos remite a un economista en particular y a un problema o área temática; así, encontramos “El reinado absoluto de los individuos o Alfred Marshall”, “La empresa y la destrucción creadora o Joseph Schumpeter”, “El infantilismo de los consumidores o John Maynard Keynes”, “Lo útil y lo inútil. Marx y Fourier” y “Al final del capitalismo o Thomas Robert Malthus”. Las referencias a la obra de Houellebecq se espesan en torno a El mapa y el territorio –quizá su mejor novela, por cierto– pero tocan también todas las demás novelas y otros textos, poemas inclusive. Una de las conclusiones más interesantes surge de leer el rol de las mujeres en las economías representadas por Houellebecq, y convocar así el matriarcado futuro en La posibilidad de una isla: “Los valores femeninos desbordan altruismo, amor, compasión, fidelidad. En el mundo moderno, nuestro mundo, esos valores se juzgan ridículos o risibles. Pero es posible que la masculinidad sea solamente un paréntesis peligroso en la historia de la humanidad” (p.114). ¿Discutible? Bueno, claro que sí. Pero no por ello menos interesante, como afirmación en sí misma y como lectura de la obra de Houellebecq.

En la página 23 hay un esquema fundamental para la serie de hipótesis propuestas por el libro, así que lo reproduzco entero: “…conjurar [las] novelas importantes: Ampliación del campo de batalla hablaba del liberalismo y de la competencia, Las partículas elementales del reinado del individualismo absoluto y del consumismo, Plataforma de lo útil y lo inútil y de la oferta y la demanda de sexualidad, La posibilidad de una isla de la sociedad poscapitalista (…) y cada novela reanudaba la cantinela de las anteriores: la competencia perversa, la servidumbre voluntaria, el miedo, el deseo, el progreso, la soledad, la obsolescencia”.

Podrá decirse que esa lectura peca de esquemática o incluso de empobrecedora, pero es innegable que las novelas mencionadas se leen cómodamente en relación a esos temas y que, por tanto, cabe hacerlo de esa manera y desarrollar la lectura a partir de esos digamos “asuntos-clave”.

Llama la atención, de todas formas –o cabe vincularlo a la postura filosófica-económica de Maris– que se ensamble una lectura marcadamente humanista de las ficciones de Houellebecq no se ahonde en las facetas más transhumanistas hallables por ejemplo en Las partículas elementales, o incluso en cierto antihumanismo a la Eugene Thacker, cuyo In the Dust of This Planet: Horror of Philosophy  (“en el polvo de este planeta: horror de la filosofía”) ofrece un andamiaje más que utilizable para leer el final de El mapa y el territorio. Del mismo modo, en ningún momento se habla de ciencia-ficción para caracterizar novelas como La posibilidad de una isla o la ya mencionada Las partículas elementales, si bien el término (el género) pareciera al menos útil a la hora de plantearse lecturas posibles de esos libros. Pero carecería de sentido reprocharle a Bernard Maris no ahondar en asuntos que, claramente, no le interesan en tanto pensador.

Quizá este libro no se hubiese publicado en español tan rápidamente de no haber ocurrido la tragedia de Charlie Hebdo o si Houellebecq no hubiese ganado unos cuantos puntos o saltado varios niveles de “escritor controversial” en virtud de su más reciente novela, pero nada de eso importa. Houellebecq economista es una lectura sugerente y fértil, y Maris lo escribió con una pasión (se escuchan ecos, de hecho, del entusiasmo por H.P.Lovecraft del propio Houellebecq en su libro Contra el mundo, contra la vida) y energía que se querrían más comunes en libros sobre escritores o sobre literatura. La lectura de Houellebecq economista es sumamente recomendable,  entonces, para todos los interesados en la obra del escritor francés más fascinante de los últimos años.



 Publicada en La Diaria el 9 de noviembre de 2015

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