Orgullo y prejuicio y zombis, Seth Grahame-Smith, y otros mashups



El canon y los monstruos
 


El término mashup (o mash-up) alude a una composición musical en la que son reunidas dos canciones. Por ejemplo, puede tratarse de la base instrumental de una y la melodía de otra, o incluso las estrofas de una y el estribillo de otra, como en la excelente versión de “Lovesong” (de The Cure) masheada con “Diary of a Madman” (de Ozzy Osborne) que tocara en vivo la banda A Perfect Circle durante los dosmiles. A su vez, el procedimiento –o género– puede ser llevado a la literatura, y bajo ese procedimiento (o género) fue leída en su momento la novela Pride and Prejudice and Zombies (Orgullo y prejuicio y zombis), del estadounidense Seth Grahame-Smith (1976).
 
Los elementos a combinar están enunciados claramente en el título. Tenemos por un lado la novela de Jane Austen (publicada en 1813) y, por otro, el género o subgénero narrativo de las ficciones con zombis. Es decir: no se trata de dos obras literarias combinadas (como pasaría en la versión musical del procedimiento) sino de una obra y un género; podría haberse tratado de Orgullo y prejuicio y la noche de los muertos vivientes, por ejemplo, u Orgullo y prejuicio y el zombi blanco, pero se prefirió mezclar la novela canónica con más bien los lugares comunes del género, los elementos distintivos. La trama básica de la novela de Austen, entonces, es trasplantada a un mundo ficcional en el que existen los zombis y que se parece, en general, a los mundos de todas las ficciones de zombis.
 
De manera similar procedió el escritor también estadounidense Ben H. Winters con Sense and Sensibility and Sea Monsters (2009), donde al tópico de los monstruos marinos (krakens, calamares gigantes, sirenas, tritones, narvales gigantes, etc) es fusionado con Sensatez y sentimientos (1811, también traducida como Sentido y sensibilidad y Juicio y sentimiento). 
 
Winters escribió además la más interesante Android Karenina (Androide Karenina), que recuenta la novela de Tolstoi en un universo steampunk (acaso más rico que los mundos ficcionales con zombis y monstruos marinos), y Grahame-Smith publicó en 2010 una modulación interesante del procedimiento con su novela Abraham Lincoln, Vampire Hunter (Abraham Lincoln, cazador de vampiros, llevada al cine con el mismo título en 2012). En la línea de esta última hay que mencionar también Queen Victoria: Demon Hunter (La reina Victoria: cazadora de demonios, 2009, de A.E.Moorat) y sin duda la mejor muestra hasta el momento del género o procedimiento, Move Under Ground (Moverse bajo tierra, 2004), de Nick Mamatas, donde se siguen las peripecias de Jack Kerouac y William S. Burroughs en un mundo ficcional tomado de los mitos de Cthulhu de H.P.Lovecraft.
 
Quizá pueda entonces ensayarse una pequeña división del género. Por un lado estarían las recreaciones de novelas, en general canónicas, en general decimonónicas, al estilo de Orgullo y prejuicio y zombis, mientras que otra categoría sería la reservada a los mashups que involucran figuras históricas. Una tercera categoría sería la que hace al digamos tronco más antiguo o “clásico” del género –en tanto puede rastrearse hasta ficciones de la segunda mitad del siglo XX–, el que se nutre de “apoderamientos” al estilo de The League of Extraordinary Gentlemen, de Alan Moore, donde son reunidos diversos personajes de ficción en un universo de notoria complejidad, o de colecciones de cuentos como Shadows over Baker Street (Sombras sobre Baker Street, de 2003), que reúnen las ficciones de Arthur Conan Doyle sobre Sherlock Holmes con los mitos de Cthulhu de H.P.Lovecraft. 
 
Esta tercera categoría está muy cerca de la primera, pero con la salvedad de que no necesariamente se trata de ficciones canónicas como punto de partida y que, además, en esos casos sí se combinan textos específicos o también textos específicos y personajes de otros textos (como en el tomo 2 de The League of Extraordinary Gentlemen, donde en un contexto general tomado de La guerra de los mundos, de H.G.Wells, encontramos personajes de Más allá del planeta silencioso, de C.S.Lewis, y de las ficciones de John Carter de Marte, escritas por Edgar Rice Burroughs). 
 
En cualquier caso, quizá buena parte del interés de los mashups como procedimiento literario está, precisamente, en su componente invasivo o incluso infeccioso: hay un evidente gesto de provocación o subversión implícito en tomar una obra maestra de la novela decimonónica –sea Orgullo y prejucio o Ana Karenina– y “contaminarla” de elementos tomados de la narrativa popular o incluso de entretenimiento. Se trata, en última instancia, de uno de tantos procedimientos que en su momento fueron agrupados bajo la (problemática) categoría de “literatura posmoderna”, con su erosión de los presuntos límites entre alta literatura y literatura de masas y, además, con sus evidentes elementos de intertextualidad y pastiche.
Es decir: reescribir, digamos, Madame Bovary bajo los códigos de un género implica llevar al corazón del canon pobladores de sus márgenes. Evidentemente es más fácil meterse con novelas decimonónicas –cuyos derechos de autor son de dominio público– que con, digamos, Conversación en la catedral, La región más transparente o El Aleph (el caso de Pablo Katchadjan merece atención aparte, pero está claro que su El Aleph engordado, a diferencia de casi la totalidad de los mashups, incorpora todo el texto original de Borges, y de ahí parte el problema legal, por llamarlo de alguna manera), pero la inyección de género a ficciones probadamente clásicas y más indudablemente imperecederas hace más visible el gesto.
Es interesante notar que el libro de Ben H. Winters ha sido publicado bajo la autoría conjunta de ese autor y Jane Austen. El gesto puede parecer innecesario, pero sirve para llamar la atención sobre el hecho de que el texto original de alguna manera sobrevive, aunque no sea literalmente, lo cual ha de pensarse como un rasgo fundamental de cierta manera de practicar el mashup literario. Así, el primer párrafo de Orgullo y prejuicio y zombis (en la traducción de Camila Batlles Vinn publicada en España por la editorial Umbriel) se lee:
Es una verdad universalmente reconocida que un zombi que tiene cerebro necesita más cerebros. Esa verdad nunca fue más evidente que durante los recientes ataques acaecidos en Netherfield Park, en los que dieciocho miembros de una familia y sus sirvientes fueron asesinados y devorados por una legión de muertos vivientes.
 Jane Austen, en cambio, escribió:
It’s a truth universally acknowledged, that a single man in possession of a good fortune, must be in want of a wife. (Algo así como “Es una verdad universalmente reconocida que un soltero poseedor de una gran fortuna debe estar buscando una esposa”)
 Es decir: la primera oración es básicamente la misma (y remeda un principio reconocible, clásico, como si se dijera “en algún lugar de Carcosa, de cuyo nombre no quiero acordarme…” o, más cerca de nuestro canon nacional, “vos sabés las que se arman en cualquier cancha más allá de Mos Eisley”), con zombi sustituyendo a “soltero” y cerebro sustituyendo a “fortuna”, mientras que la segunda oración –que no tiene equivalente en la novela de Austen– instala visiblemente la variante argumental. 
 
Otro procedimiento interesante de los mashups literarios es la imitación de estilo, cosa que en general tanto Winters como Grahame-Smith logran, aquí y allá, con cierta solvencia. En este sentido es más interesante y valioso el aporte de Mamatas, que ofrece una parodia excelente del ritmo de la prosa de Jack Kerouac en su ya mencionada novela Move Under Ground. Y si ya nos metemos con la League de Alan Moore podemos encontrar –especialmente en el volumen The Black Dossier– una serie de parodias y pastiches literarios que se alejan de lo canónico y reconstruyen, por ejemplo, la escritura más típica de revistas de ciencia ficción inglesa y psicodélica como New Worlds.
 
Entonces, ¿artefacto literario de (cuasi)vanguardia? ¿Tercera generación posmoderna? Es cierto que tanto Orgullo y prejuicio y zombis como Sensatez y sentimientos y monstruos marinos se leen como novelas de entretenimiento masivo, como best-sellers, y que parecen ajenas a lo que podríamos llamar ciertos círculos de la escritura “literaria”. Pero la opción de lectura es posible y clara: hay una invasión al canon, hay una postura ante lo “nuevo” y lo “original”, hay un relacionamiento especial con una tradición –sea la canónica o la del género. 
 
En ese sentido, se le podría criticar a las novelas mencionadas más arriba no tanto su presunta “esterilidad” o su “falta de originalidad” en líneas generales sino, más bien, que su uso de los zombis y los monstruos marinos es apenas tópico, que no llegan a conformarse como obras de interés dentro de sus géneros específicos. Claro que su gesto no pasa necesariamente por ese lado (¿cuál es el género, después de todo, ficciones de zombis o mashups? La pregunta implica, precisamente, decidir si el mashup es un género en sí mismo o en rigor un procedimiento más aplicable a cualquier género disponible), sino más bien por su relación con la literatura decimonónica y con el canon. Es cierto, sin embargo, que en Androide Karenina hay un uso más virtuoso de la estética steampunk y que en Move Under Ground o en “Estudio en Esmeralda” (el cuento aportado por Neil Gaiman a la ya mencionada antología Sombras sobre Baker Street) se pueden encontrar verdaderos aportes a los mitos de Cthulhu. La conclusión trivial (“hay buenos mashups y hay malos mashups”) parece inevitable, pero abstraído el procedimiento invasivo, contaminante, las novelas de Winters y Grahame-Smith se vuelven artefactos literarios de interés.
 
Nota final: cabe la pregunta de cómo ha de filmarse una película así. Traducir a cine la trama básica parecería el método más simple y aburrido: ¿por qué no, entonces, parodiar alguna adaptación cinematográfica preexistente de Orgullo y prejuicio, como la de 1940, escrita por Aldous Huxley, o la más cercana de 2005? Al menos ahí habría un trabajo de pastiche análogo al de la novela. Pero quién sabe con qué nos encontraremos cuando se estrene la película dirigida por Burr Steers.

Publicada en Lento

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