Discos de David Bowie editados póstumamente
Últimas transmisiones desde el planeta Bowie
El
último recital de David Bowie fue el 25 de junio de 2004, en Alemania. Ya cerca
del final de la gira A Reality Tour, Bowie
debió ser intervenido de urgencia para aliviar la obstrucción de sus arterias
coronarias. Apenas había podido terminar el concierto; sus músicos,
preocupados, lo constataron preocupado, distante, visiblemente adolorido.
Después, las fechas que quedaban de la gira fueron canceladas y, por unos días,
cundió el rumor de que el músico había muerto. Tras esa accidentada fecha final
de A Reality Tour Bowie se replegó
sobre sí mismo, tanto que guardó silencio durante casi diez años. De hecho,
para el fin de la primera década del siglo XXI parecía fácil dar por sentado
que el prolijo pero algo deslucido Reality
iba a ser el cierre (no con un estruendo sino con un suspiro) de esa
discografía que incluía maravillas como HunkyDory
y Low.
Esta
situación cambiaría en 2013, cuando (sin anuncio alguno) apareció The Next Day, un disco que fácilmente
podía pensarse como lo mejor que había grabado Bowie desde 1980 y que lo
mostraba maduro y cómodo con sus poderes; las catorce canciones que lo integran
(veinticuatro en la edición definitiva The
Next Day Extra) repasan sonidos, estilos, tonos y géneros de la obra previa
con pulso firme y un oído detallista y refrescado, y se permiten momentos
maravillosos. La etapa tardía de su obra quedaba inaugurada así por un disco de
altísima calidad, pero faltaba el riesgo, el factor X, por así decirlo. The Next Day es un gran álbum, sin
dudas, pero de un Bowie que parecía resignado a conformarse con una excelente
factura musical, un artesanado consumado.
O quizá
no. Al año siguiente pudimos escuchar Sue
(or in a season of crime), un single grabado
con la orquesta de jazz de Maria Schneider que marcó la primera gran
apropiación bowiesca del lenguaje del jazz; finalmente, casi dos años después, el
8 de enero de 2016 (el cumpleaños número 69 de Bowie, por cierto), fue puesto a
la venta Blackstar.
Las voces del tiempo
Pero
volvamos ahora a aquellos años oscuros y sin sonido, entre 2004 y 2013. No
fueron, sin embargo, un desierto para los fans más coleccionistas de David
Bowie; por el contrario, se sucedieron reediciones remasterizadas de algunos de
los clásicos, discos en vivo y distintas propuestas de compilaciones. En 2002,
conmemorando el trigésimo aniversario del disco, apareció una bastante mala
reedición de The Rise and Fall of Ziggy
Stardust and The Spiders from Mars, seguida por Aladdin Sane en 2003, Diamond
Dogs en 2004 y Young Americans en
2005: una serie de remasters aniversario
muy inconsistente que tuvo su mejor momento en el último álbum mencionado, con
una versión que sigue siendo la preferible hasta el día de hoy. Pero cuando
todo apuntaba a pensar que seguiría Station
to Station, la pauta de reediciones conmemorativas se interrumpió y hubo
que esperar hasta 2009 para que fuera lanzada la cuidadísima reedición de David Bowie, el segundo álbum de la
discografía (originalmente de 1969, después reeditado bajo el nombre Space Oddity varias veces, incluyendo
1991 y 1999 en CD), y a 2010 para que aparecieran los excelentes remasters de Station to Station y David
Bowie (en este caso el disco de 1967, primer álbum de la discografía), no
superados hasta ahora en términos de calidad de sonido. Una vez más, cuando
todo apuntaba a creer que seguirían Low y “Heroes”, la tendencia se interrumpió de
nuevo y en 2012 apareció no otra cosa que una reedición (mejor que la
precedente) de The Rise and Fall of Ziggy
Stardust.
En
materia de discos en vivo el panorama fue similar. Dejando de lado las
reediciones y remasterizaciones de David
Live y Stage (ambas de 2006), que
aportaron algunas canciones hasta el momento sólo disponibles en bootlegs y, ante todo, un sonido muy
mejorado, y dejando de lado también la reedición de Ziggy Stardust: the Motion Picture (el disco que recoge el último
concierto de la etapa glam de Bowie) lanzada en 2003 junto a un DVD, las
verdaderas sorpresas fueron la oficialización de dos discos en vivo disponibles
hasta entonces sólo como bootlegs: Live Santa Monica’ 72, puesto a la venta
en 2008 y quizá el mejor testimonio de la potencia en vivo de Bowie en la
estela de su álbum de 1972, y Live Nassau Coliseum’ 76, que recoge un
concierto de la gira promocional de Station
to Station.
Los
compilados también abundaron, pero fueron pocos los de verdadero interés, en
particular después de The Best of David
Bowie, de 2002, que ofrecía ediciones diferentes para cada país o región y
que, en total, considerando todas estas variantes, cubría 63 canciones, algunas
de ellas relativamente “raras”, como la versión en alemán de “Heroes”, o el
corte no editado de “Cat People”.
Trazos póstumos
En 2015,
mientras los fans intentábamos digerir “Sue”, el proceso de las reediciones de
Bowie tomó un giro interesante. La tendencia a ofrecer otra vez los álbumes de
la primera mitad de los setentas fue interrumpida por una suerte de versión
recargada o acelerada, que consistió en editar, en vez de los discos
individuales, box sets (en CD y en
vinilo) que compilan etapas o períodos de la discografía. Esta etapa comenzó
con Five Years (reunión de los
álbumes entre 1969 y 1973) y siguió con el ya póstumo Who Can I Be Now?, de 2016, que reunía los álbumes Diamond Dogs, Young Americans y Station to Station, más The Gouster, una interesantísima
reconstrucción de la versión más temprana y nunca hasta entonces publicada del
segundo de los recién nombrados.
En 2017
salió a la venta A New Career in a New
Town, con Low, “Heroes”, Lodger y Scary Monsters, junto a una versión aumentada de Stage (dos canciones extra) y un
compilado de lados B y rarezas que incluyó el EP Baal, una de las joyas más desconocidas de la discografía completa,
además de una remezcla muy interesante de Lodger
a cargo del productor Tony Visconti. Sin embargo, los fans se dividieron
entre los que celebraron el nuevo sonido remasterizado y aquellos que lo
encontraron demasiado cargado de graves: Low
y “Heroes” con esteroides,
digamos.
El
problema –por así decirlo– de esta serie de box
sets era que después del mejor momento artístico de Bowie (consensualmente
ubicado entre Station to Station y Scary Monsters) seguía el nadir de su
trayectoria, en particular los discos Tonight
y Never Let Me Down. Así, en 2018
apareció Loving the Alien, que
incluía precisamente esos discos más el superventas Let’s Dance. Pero era de esperarse que ciertos fans no del todo “completistas”
prescindieran de esta caja; para evitarlo se potenció la oferta incluyendo
además una versión nueva (con secciones musicales grabadas a específicamente
para el proyecto) de Never Let Me Down,
un compilado de oscuros y curiosos remixes para las pistas de baile ochenteras
y, más interesante aún, dos discos en vivo, Serious
Moolight Live’83 y Glass Spider Live
Montreal ’87. El último recoge la gira promocional de Never Let Me Down, una suerte de espectáculo circense coreografiado
hasta el último segundo que tanto puede pensarse como un precursor de los
conciertos del pop masivo del siglo XXI como una versión algo extraña de Cirque du Soleil, con un Bowie en el que
ya se notaban los cuarenta años recién cumplidos que interactuaba algo
torpemente con sus bailarines en versiones al mejor estilo Las Vegas de sus hits. El disco de Serious Moonlight, sin embargo, suena bien, con una banda
contundente y versiones que, aunque es fácil notar la manera en que intentan
“vender” al mundo del pop global composiciones pensadas más en el terreno de lo
que en algún momento se dio en llamar “art rock”, terminan por convencer por su
dinamismo y energía (casi añado “alegría”).
Si la
etapa ochentera era problemática, más lo sería la transición con los noventas,
que debería incluir los discos de Tin Machine, la banda que Bowie formó en
1989. Es difícil encontrar fans
capaces de hablar con entusiasmo de este momento, y quizá por eso (sumado a las
no tan buenas ventas de Loving the Alien) hasta la fecha no ha sido anunciado el
quinto box set de la serie, ni
tampoco especificado su contenido (que podría además incluir el álbum Black Tie White Noise, pero seguramente
no los discos típicamente noventeros 1.Outside,
Earthling y Hours, que merecen
ser pensados como una etapa en sí misma).
Antes
de señalar que sí se editó el año
pasado vale la pena mencionar más discos aparecidos en esta fase póstuma de la
discografía de Bowie. En términos de compilados, por ejemplo, el primero en
aparecer después de la muerte del músico fue el correcto Legacy, en versiones simple, doble y triple (en cuanto a la edición
en CD; en vinilo sólo hay una edición doble), pero es en cuanto a discos en
vivo donde encontramos lo más
interesante (hasta el momento) de esta fase póstuma. Así, en 2017 se lanzó Cracked Actor, que ofrece un concierto de
la segunda mitad de la gira de Diamond
Dogs, ya con algunas canciones de un repertorio soul que incorporaba al maravilloso Luther Vandross en los coros:
una oportunidad única de escuchar a Bowie en un momento bisagra de su carrera
setentera. Después, en 2018 apareció Welcome
to the Blackout, armado a partir de dos conciertos grabados el 30 de junio
y el 1 de julio de 1978 cuyas canciones suenan más intensas y viscerales que lo
recogido en Stage. Tanto Cracked Actor como Welcome to the Blackout son discos de escucha ineludible para todo
fan que se precie, y es fácil postular que no ha sido puesto a la venta, en
cuanto a la obra de Bowie, algo comparable en términos de relevancia histórica
desde 2016.
También
en 2018 apareció Live in Berlin 1978, que
incluye parte de un concierto en la ciudad del título; la calidad del sonido
hace evidente por qué esa fecha particular no pudo ser ofrecida oficialmente en
completitud, pero no por ello deja de ser interesante el disco, que estuvo
disponible únicamente en la exhibición David
Bowie Is, en New York, y no fue editado en CD ni puesto a disposición del
público en formato digital.
Otro disco
en vivo lanzado recientemente es Glastonbury
2000, que recoge la actuación de Bowie en el festival homónimo el 25 de
junio de 2000. Es, también, un disco imprescindible para los fans; muestra a
Bowie en el momento exacto en que su carrera sale a la superficie después de
unos noventas complicados en términos de prestigio y potencial.
Además
de la banda sonora del musical Lazarus (uno
de los últimos proyectos de Bowie, contemporáneo de Blackstar) y del EP No Plan, con
tres canciones no recogidas en el último álbum pero grabadas en su sesiones, no
hubo más hasta 2019 que algunos singles editados
en vinilo ilustrado (“picture-discs”)
y complementados casi siempre con versiones en vivo inéditas. Pero en el año en
que todos esperábamos el astringente box
set dedicado a Tin Machine, lo único que obtuvimos fueron ocho canciones en
vivo de la banda, disponibles únicamente como descarga digital. Lo único al menos en cuanto al proceso
lineal de repaso de la discografía porque, salteándose esta pauta, apareció en
2019 una serie de EPs en vinilo que recogían demos grabados entre el álbum David Bowie de 1967 y el álbum David Bowie de 1969: Spying Through a Keyhole, Clareville Grove Demos y The “Mercury” Demos, después reunidos en
un box set (ahora sí disponible en
vinilo y en CD) titulado Conversation
Piece, especialmente valioso para los fans de las etapas más tempranas de
Bowie. Esta edición final sumó más canciones y, especialmente, una mezcla nueva
(que conmemora el quincuagésimo aniversario) del álbum de 1969.
Esto en
cuanto a música; hay que mencionar también el documental David Bowie: The Last Five Years, de 2017, que ofrece una sólida
narración de la etapa tardía en la vida y la carrera de Bowie, y también los
libros editados después de la muerte de Bowie, que incluyeron versiones
actualizadas de biografías clásicas (como Starman,
de Paul Trynka), biografías nuevas (por ejemplo la excelente David Bowie, a life, de Dylan Jones,
ensamblada de manera coral con los testimonios de amigos, colaboradores y
allegados a Bowie) y sendos ensayos y libros de referencia, entre los que hay
que destacar, respectivamente, el hermoso Bowie,
de Simon Critchley (editado en español por la editorial Sexto Piso) y Ashes to Ashes, de Chris O’Leary, que
continua el trabajo comenzado por el autor en 2015, con Rebel Rebel. Ambos libros ofrecen una guía cronológica
canción-por-canción de la discografía, tan documentada (la fuente ineludible
sigue siendo el The Complete David Bowie de
Nicholas Pegg) como inspirada.
¿Y el
futuro? Sólo podemos especular. Es posible que este 2020 aparezca el demorado box set de Tin Machine, o también algún
otro concierto de las giras Serious
Moonlight y Glass Spider; hasta
ahora, lo único anunciado (el pasado 8 de enero) es un EP titulado ChangesNowBowie, que incluirá nueve
canciones grabadas a fines de 1996 y cuya venta está prevista exclusivamente
para el record store day, el 18 de
abril.
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