El espíritu de la ciencia-ficción, Roberto Bolaño
Huele a espíritu adolescente Se puede empezar una reseña de El espíritu de la ciencia-ficción, el último libro póstumo de Roberto Bolaño (1953-2003), preguntándose por el estatuto de los textos que su autor prefirió no dar a la imprenta y de los que, cabe pensar, terminó por desinteresarse; también andan por ahí unas cuentas historias y no menos debates sobre la mudanza de la obra del chileno-mexicano-catalán desde Anagrama (aunque es cierto que Bolaño también había publicado con otras editoriales, Acantilado y Seix Barral entre ellas) hasta la Alfaguara incorporada al grupo de editoriales de Penguin/Random House y el rol de la madre de sus hijos y algunos amigos como el crítico Ignacio Echeverría. Pero no vamos a hablar de eso acá. Una opción acaso más interesante es proponer una lectura de El espíritu de la ciencia-ficción en relación a Estrella distante (1996) y Los detectives salvajes (1998) , ambas firmes candidatos a la “obra maestra” de Bolaño y de paso dos te