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Mostrando entradas de diciembre, 2016

El espíritu de la ciencia-ficción, Roberto Bolaño

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Huele a espíritu adolescente Se puede empezar una reseña de El espíritu de la ciencia-ficción, el último libro póstumo de Roberto Bolaño (1953-2003), preguntándose por el estatuto de los textos que su autor prefirió no dar a la imprenta y de los que, cabe pensar, terminó por desinteresarse; también andan por ahí unas cuentas historias y no menos debates sobre la mudanza de la obra del chileno-mexicano-catalán desde Anagrama (aunque es cierto que Bolaño también había publicado con otras editoriales, Acantilado y Seix Barral entre ellas) hasta la Alfaguara incorporada al grupo de editoriales de Penguin/Random House y el rol de la madre de sus hijos y algunos amigos como el crítico Ignacio Echeverría. Pero no vamos a hablar de eso acá.   Una opción acaso más interesante es proponer una lectura de El espíritu de la ciencia-ficción en relación a Estrella distante (1996) y Los detectives salvajes (1998) , ambas firmes candidatos a la “obra maestra” de Bolaño y de paso dos te

El tenis como experiencia religiosa, David Foster Wallace

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Momentos Foster Wallace Habrá quien recuerde que David Foster Wallace (1962-2008) pasó buena parte de su adolescencia jugando tenis y que La broma infinita, su obra maestra, transcurre casi completa en el contexto de una academia de tenis para jóvenes y niños; leyendo Every love story is a ghost story (“Todas las historias de amor son historias de fantasmas”), la biografía de Foster Wallace publicada por D.T.Max en 2012, además, descubrimos que el joven David jugaba un tenis racionalizado, que le gustaba “calcular ángulos y tener en cuenta la velocidad del viento” (página 8 de la biografía mencionada, la traducción es mía) y que por ello, y porque se desarrolló físicamente de manera tardía, sus compañeros más grandes y fuertes lo aventajaron de inmediato, desarrollaron instintos y memoria muscular y David entendió que su juego basado en el pensamiento ya había dado todo de sí, hasta el punto que no volvió a aspirar a convertirse en jugador profesional de tenis y sí, por suer

Los ojos de una ciudad china, Gabriel Peveroni

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Extraños en el domo Hasta la aparición de The Peripheral   (2014) las novelas de William Gibson parecían haber fijado un curso de colisión con el presente. En la década de 1980 tanto Neuromante (1984) como Conde Cero (1986) y Mona Lisa Acelerada (1988) compartían con la ciencia ficción prospectiva el despliegue de un futuro detallado, en aquel momento algo así como cuarenta o cincuenta años hacia adelante, en el que la realidad virtual y las conexiones neuroquímicas mente-computadora habrían de aparecer como moneda corriente. Ese mundo, su tecnología, sus personajes y su estética integrarían poco después la marca genérica de un movimiento ciberpunk ya consolidado, pero en las obras que publicaría Gibson a lo largo de la década posterior ( Luz Virtual, de 1993; Idoru, de 1996; y Todas las fiestas de mañana, de 1999) aparecen relatos de un futuro mucho más cercano o inminente en el que las tecnologías retratadas parecían el desarrollo lineal y al alcance de la mano de lo

Bailando en la oscuridad, Karl Ove Knausgård

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Vida salvaje adolescente Hace pocos días, en una entrevista publicada en La Diaria y a cargo de Francisco Álvez Francese, Amir Hamed repensó la idea ballardiana de un mundo saturado de ficciones y del escritor como   “inventor de la realidad” (el entrecomillado es de Ballard); la pregunta original de Álvez Francese aludía a Febrero 30, la novela más reciente de Hamed, y desde este cruce de verdad literaria, de ficción autobiográfica o, por usar el término algo gastado, autoficción (coordenadas desde las que es dable leer buena parte de la ficción de interés publicada últimamente en Uruguay, desde El hermano mayor , de Daniel Mella, hasta Todo termina aquí, de Gustavo Espinosa), se articula la manera más fácil u obvia de leer Mi lucha, la serie autobiográfica –compuesta por seis tomos, de los que van cuatro traducidos al castellano– del noruego Karl Ove Knausgård (1968).    Puestos entonces   a señalar obviedades, está claro que en la reconstrucción de diálogos y pai